Hemos hablado de que la inhumación es en gran parte del mundo la opción que por tradición es más viable y que la cremación en los últimos años ha ganado partidarios, pero esto se ha llevado a cabo por un sentir, persiguiendo un ideal, una creencia más no por una necesidad; pues esto es lo que está pasando en un país no muy lejano al de nosotros, hago referencia a Venezuela, país que desde hace tres años se encuentra sumergido en una continua y devastadora crisis.
La crisis económica en Venezuela se extiende a cada uno de los sectores de su economía, el sector funerario no ha sido la excepción, en una economía castigada por la inflación donde la tasa anualizada superó el 60% y el incremento notable en los precios de ataúdes que subieron hasta un 70% es acompañado por la insoslayable caída de la producción en un 50%.
Los precios de los ataúdes aumentaron de 2.000 ($1,080 aproximadamente) a 5.000 ($2,700 aproximadamente) bolívares para los más sencillos y económicos mientras que los de mayor lujo se incrementaron hasta 8.000 ($4,320 aproximadamente) bolívares.
Ante esta situación, en los últimos meses la industria funeraria se ha paralizado casi en su totalidad, la fabricación de ataúdes casi es nula, la escasez de madera, laminas, telas para forrar los féretros, pinturas, vidrios, barnices, pegamentos y errajes, las familias de venezolanos se ven obligadas a incinerar a sus difuntos, situación que dicen atentan con sus creencias.
En Venezuela los servicios de cremación sólo son prestados por los cementerios privados, tiene un costo aproximadamente de 50 dólares, es un proceso que dura alrededor de tres horas, los familiares deben anotar en una lista de espera al difunto y esperar por lo menos tres días para que el proceso de cremación se lleve a cabo, pero es más factible a trasladarse a otro pueblo a conseguir un ataúd de un precio inaccesible o uno prestado.
Debido a que la crisis se ha vuelto cuesta arriba, las empresas funerarias están buscando alternativas, una de ellas y que en la actualidad manifiesta un 30% en su operatividad es la implementación de ataúdes de cartón corrugado para eludir las deficiencias que hay con los materiales tradicionales, una alternativa que para muchos de nosotros nos causara controversias para la industria funeraria venezolana es la salvación de la bancarrota.