Entre más se avanza con los contagios del COVID-19 más se incrementa el número de personas fallecidas, por lo tanto hay mayor solicitud del uso de servicios funerarios, hay más demanda de insumos y materiales para llevar acabo el traslado de las personas, para el caso de la cremación se utiliza un féretro o ataúd, pero se han preguntado qué pasa con éste después de ser usado.
En todos los casos de cremación el traslado del cadáver hasta el horno crematorio se da en un ataúd, por lo que las empresas funerarias dentro del servicio les incluyen el ataúd, por ende es lógico de pensar que nadie lo va a reclamar, puesto que el doliente o familiar no se lo llevará, es aquí donde muchos realizan «mercado negro», es decir, lo vuelven a vender, esta es una actividad que en el ramo funerario se ha realizado por muchos años, y los fabricantes de ataúdes han tenido que afrontar sin que alguien les pueda ayudar para frenar esta actividad.
Si bien es cierto hay empresas que hacen la renta de ataúdes, los vuelven a usar, siempre con el cuidado de que ese ataúd vuelva a quedar en optimas condiciones, pero en este tiempo de pandemia esto no puede ser posible ya que ante muchos casos no confirmados pero con la clara posibilidad de haber fallecido por probable COVID-19 no todos tendrán la posibilidad de asegurarse de que este ataúd quede totalmente desinfectado si lo usaron, provocando un foco de infección o de contagio.
Es de suma importancia que todos los funerarios tomen en cuenta las indicaciones de las autoridades de salud, incluso para los casos sospechosos y tomen medidas similares que las llevadas con los cuerpos con COVID-19 que tienen el protocolo de trasladarse en dobles o triples bolsas sépticas y que por ningún motivo brinden el servicio de velación, si hacen el uso de ataúdes asegurarse que realmente quede desinfectado o que hagan algo para cerciorarse que éste no entre en el mercado negro de ataúdes, que contemplen todas las normas de seguridad ya que no solo estarán protegiendo a sus familias sino a sus empleados también.
Una medida para evitar el rehusó de los ataúdes que ya no son reclamados por las personas dolientes sería que se realizara una destrucción de estos, tal vez para muchos sea una actividad exagerada pero para los fabricantes de ataúdes puede ser una solución ya que su trabajo no se vería tan afectado como ha venido ocurriendo.
Bibliografía