¿Alguna vez tuviste a algún familiar que se encontraba al borde de la muerte, de la nada mejoraba y al día siguiente fallecía? Esto es muy común en personas que se encuentran en estado AGÓNICO MENTAL.
Pero ¿Qué es en sí, la agonía?
La agonía quiere decir «combate, lucha entre la vida y la muerte». Esto tiene mucha relevancia en el ámbito médico forense, debido a que en este estado mental personas han tratado de aprovecharse de la situación.
Parece ficticio, pero existen casos donde familiares quieren sacar ventaja de personas que tienen en su poder propiedades, poder adquisitivo o bienes inmuebles, pero se encuentran en este estado mental dónde ya no tienen contacto con la realidad. El médico legal deberá de establecer y estar seguro plenamente del estado mental para poder valorizar sus últimas disposiciones.
De otra manera, ¿Cómo podría ser válido un cambio de testamento, una donación, un casamiento, etc?
Sabemos que en algunos padecimientos antes de confirmarse la agonía, existe un periodo de euforia: el paciente se reanima, sus dolencias disminuyen pero, tal cual lo que se comentaba al inicio, por un intervalo de tiempo relativamente corto se presenta la suspensión de las grandes funciones: circulatoria, respiratoria y nerviosa.
¿Cuáles son los principales síntomas y signos de la agonía?
Entre los síntomas observados y que el médico legista debe conocer, existen los trastornos nerviosos (carfología, delirio, coma), los respiratorios (desigualdad en los movimientos toraco-abdominales) y en los circulatorios (pulso pequeño, poco frecuente, irregular, difícil de palpar, pulsos aumentados o disminuidos en número, etc).
El aspecto físico de una persona en estado agonizante se caracterizará por tener la cara pálida, sin expresión, plomiza, labios y mucosas blanquecinas; extremidades frías ojos sin brillo, pupilas dilatadas e insensibles a los reflejos, piel sudorosa, así como el maxilar inferior caído, entre otros.
Todos estos datos son relevantes para aquella la determinación del estado mental del agonizante, poniendo siempre por delante y teniendo como máxima consideración al paciente o persona en cuestión. Este es un estado que a lo mejor todos sufriremos en algún momento, pero inexistente en muertes violentas o sospechosas. Esto siempre dependerá del mecanismo de muerte, siempre estando presente en las muertes naturales o por vejez.
