Los seres humanos afrontamos retos permanentemente, algunos son superados con destreza y otros se quedan en âmodo pendienteâ, generando cargas emocionales que pueden convertirse fĂĄcilmente en enfermedades fĂsicas. Hemos de aprender a vivir de una manera mĂĄs asertiva y considerada con nosotros mismos, vivir en confianza y hacer que nuestras acciones sean mĂĄs firmes y seguras.
Algunas de las situaciones de desequilibrio tienen que ver con la carga de trabajo que en ocasiones, por miedo al desempleo, se aceptan sin mĂĄs, cuando lo ideal es poder decir con confianza âsĂâ o ânoâ de acuerdo a lo que consideramos poder y querer hacer; expresar nuestras necesidades sin temor a ser cuestionados; reducir el tiempo en la toma de decisiones; tomar acciĂłn frente a las tareas pendientes sin procrastinaciĂłn; enfocarnos en la soluciĂłn y no en el problema; crear relaciones fuertes y profundas basadas en la transparencia de quienes somos, y dejar de lado las falsas expectativas.
Son muchas las horas que pasamos trabajando: equilibrar vida, familia, trabajo, profesión, crecimiento y desarrollo personal, autocuidado de la salud, tiempo para recreación, sumado a un manejo saludable de las finanzas, espiritualidad y cuantas mås dimensiones debemos atender de acuerdo con el entorno en que nos movemos; Pero, ¿qué pasa cuando no logramos ese equilibrio?
Cuando, producto de las tantas cargas recibidas aparece el estrĂ©s, la ansiedad o la frustraciĂłn, empezamos viviendo en un constante cansancio, sin importar la hora ni cuanto se haya hecho durante el dĂa, sĂntoma primario del SĂndrome del quemado, llamado Burnout, afectĂĄndonos fĂsica, mental y emocionalmente, con repercusiones muy serias.
En un sector emocionalmente tan abrumador, como el funerario, es crucial estar atento a nuestro bienestar y a todo lo que lo pueda perturbar, tanto dentro como fuera del trabajo.
Pretender hacer mĂĄs de lo que alcanzamos de forma consciente, de acuerdo con los horarios que podamos establecer, pensando que es la manera de lograr el Ă©xito, nos puede llevar al contundente fracaso. Recuperarnos lleva tiempo, energĂa, dinero⊠¿Vale la pena?
Te extiendo una invitaciĂłn a darte un respiro, observar tus dĂas, escribir lo que sĂ te sirve y lo que no; darte cuenta del cĂłmo gestionas tus labores puede ser un buen comienzo. No se necesita llegar a sentirse quemados; es imperativo generar un balance, pues todo exceso tarde o temprano nos pasa factura, asĂ que escucha tus emociones, visualiza e identifica quĂ© traes puesto y cuĂĄles son los sentimientos autĂ©nticos que se pueden estar escondiendo tras algunas de tus conductas o actitudes.
Conectar con las emociones permite conseguir un mayor estado de integraciĂłn y relajaciĂłn interna. Es necesario reconocer que tras la tristeza puede haber un enfado reprimido y, del otro lado, el optimismo extremo puede encubrir un estado de ansiedad.
ÂżCĂłmo te proteges del dolor emocional? Evitar sentir resulta mĂĄs abrumador que permitirse hacerlo; no se trata de controlar sino de gestionar. Cuando permitimos que la emociĂłn y el sentimiento salgan a flote, los momentos de crisis o de exaltaciĂłn se pueden manejar con cabeza frĂa; el miedo a sentir resulta ser una expresiĂłn de vulnerabilidad. El quedarse callados cuando se quiere hablar, cambiar de tema para no exponerse, ser perfeccionistas o demasiado crĂticos, juzgar, ser intolerantes, puede ponernos en modo vĂctima encubriendo la realidad; no te permitas convertir estas respuestas como hĂĄbito.
Podemos cambiar nuestras estrategias de afrontamiento, recordar que los pensamientos controlan los sentimientos; los sentimientos controlan nuestras acciones y Ă©stas controlan la vida misma. Por tanto, cambiar la forma de pensar, entrenarnos para ello, nos permite reencontrar el camino que lleva a la coherencia del corazĂłn con la mente.Â
Comprendiendo entonces que vivir en equilibrio es igual a BienEstar, Âżpor dĂłnde vas a empezar a tomar las decisiones que te permitan conseguirlo? Se vale generar nuevas rutinas para dormir bien, comer en balance, ejercitar el cuerpo y relajarse mentalmente.Â
Porque ser felices sĂ se puede, a pesar de las circunstancias que estemos atravesando.