El cine se vuelve mucho más reflexivo cuando evidencia y representa la realidad. Tiene su conexión con distintas áreas como la psicología, la medicina, la biología, el derecho, y el servicio funerario no es la excepción. Al final de todo, la muerte es algo que no podemos evitar.
«Historia de un crimen: Colmenares» es una serie colombiana basada en hechos reales, que aborda la muerte de un estudiante universitario llamado Luis Andrés Colmenares Escobar, el proceso judicial, y todas las anomalías del mismo proceso, con las pruebas y lo que reflejaba el mismo cuerpo inerte.
La muerte por homicidio de Luis Andrés fue un caso muy mediático en el país latino. Inicialmente, la investigación comenzó como una desaparición después de una noche de fiesta de Halloween; posteriormente, su cuerpo fue hallado hasta una segunda búsqueda en un mismo túnel de caño donde con anterioridad se había buscado.
El desarrollo de la investigación tuvo muchas inconsistencias, pero algo de lo que el abogado defensor de la familia Colmenares estaba seguro, era que su muerte no fue accidental. Por ello, acudieron a expertos para un análisis exhaustivo del cadáver. Una vez enterrado, tuvieron que exhumarlo para volver a examinarlo.
Una persona fallecida puede pasar por la sala de un patólogo o de un médico legal, quienes determinan la causa de la muerte. Para despedir a la persona de este mundo terrenal, el cuerpo pasará por la sala de un embalsamador a través de un servicio funerario. ¿Qué relevancia tiene el embalsamador con el cadáver? En la serie se menciona una frase imposible de no recalcar: “El cuerpo habla”, la cual es argumentada por el abogado fiscal de la familia Colmenares Escobar en una audiencia al reabrir el caso.
Y cómo no tener razón: el cuerpo muestra lo que vivió en sus últimos segundos de vida e incluso presenta actos post mortem. El cadáver utiliza su forma corporal y, con la ayuda de fracturas, rasguños, heridas profundas, hematomas, etc., comunica la causa de su deceso.
El embalsamador no solo tiene la importante función de hacer de un cuerpo con muerte trágica una despedida merecedora; también puede corroborar el dictamen forense o bien aportar una falla, y entonces se dará cuenta de que “el cuerpo habla”.