Decoloraciones, fugas, olores, distensiones, transfiguraciones, descomposición post-embalsamado, por mencionar algunos, son errores en el embalsamamiento que pueden tener un impacto emocional significativo en el duelo familiar. La apariencia del ser querido durante el velatorio es esencial para el consuelo de los afligidos, y cualquier error que comprometa dicha apariencia puede agravar el dolor y convertirse en angustia para la familia.
Esa apariencia forma parte de la imagen y de la experiencia que el sector funerario ha conceptualizado como el Cuadro Memorial: un derivado ritualístico para conmemorar la vida, atenuar el duelo y facilitar la despedida desde el plano terrenal. Los funerarios deben reconocer, al igual que los embalsamadores deben valorar, la importancia de presentar en capilla ardiente al ser querido con el féretro abierto. Por supuesto, la decisión de abrir o cerrar el féretro corresponde únicamente a la familia y debe respetarse plenamente. Sin embargo, dicha decisión no exime al embalsamador de cumplir con las expectativas que alimentan su reputación profesional.
Con más de treinta y cinco años de práctica activa en esta profesión, puedo afirmar que no hay decepción mayor —o tal vez dolor más profundo— que defraudar la confianza depositada en nuestras destrezas y conocimientos. Por tanto, cada embalsamamiento debe considerarse una práctica que representa no solo la reputación personal o de la empresa a la que se sirve, sino también la de todos los profesionales que hacen del cuidado postmortem una ciencia y un arte.
Aproximación técnica y criterio profesional
Es por esto que he enfatizado, más que en el embalsamamiento, en el análisis del embalsamador: en la importancia de una aproximación holística. Más allá de los conocidos factores intrínsecos y extrínsecos, se debe contemplar la inherencia del criterio técnico en cada perfil cadavérico, para entonces reconocer cuáles son los indicadores y los contraindicadores de cada práctica, en conformidad con la teoría y metodología que garanticen su correcta aplicación.
No debe caber duda de que la variabilidad del perfil cadavérico y la necrodiversidad son cada vez mayores, especialmente si consideramos los efectos de drogas terapéuticas, quimioterapias y opioides (legales e ilegales). Por tanto, presento a su consideración los principales factores que provocan resultados inesperados, denominados aquí como contraindicadores técnicos, derivados de la falta de capacitación, la omisión o la indiferencia ante el criterio técnico:
Principales contraindicadores técnicos
- Actitudes de indiferencia y omisiones en el análisis previo, durante y posterior al procedimiento.
- No considerar las características particulares del sistema vascular antes de la perfusión.
- Uso de diluciones o fórmulas con concentraciones superiores a las requeridas para una adecuada conservación.
- Uso de diluciones o fórmulas con concentraciones inferiores a las requeridas.
- Interpretar la conservación de tejidos blandos únicamente a partir de la rigidez.
- Calibración inadecuada de la velocidad de perfusión (tasa de flujo).
- Calibración incorrecta de la presión de perfusión.
- Exceso de drenaje venoso.
- Ausencia de drenaje venoso.
- Omitir el tratamiento de vísceras, o aplicar un tratamiento inadecuado.
- Falta de tratamientos osmóticos (compresas internas o externas).
- Omitir el tratamiento hipodérmico, o aplicarlo de manera deficiente.
- Omitir la reaspiración y reinyección durante la desinfección final.
- No aplicar, o aplicar incorrectamente, las barreras plásticas necesarias (Unionall, overol, capris).
- Falta de capacitación profesional.
Este listado no debe entenderse como exhaustivo ni exclusivo. Otros factores inherentes pueden ampliar estos referentes. Recuerde que una correcta desinfección y conservación cadavérica depende del dominio técnico, y de evitar tanto la indiferencia como la omisión por parte del técnico embalsamador.