Errores comunes en el tratamiento de conservación durante el embalsamamiento
Si bien muchos embalsamadores practicantes ya contamos con un protocolo de abordaje para cada caso, es importante señalar algunos factores que, con frecuencia, son omitidos y que pueden representar un parteaguas en la presentación de las personas trascendidas.
Como bien sabemos, el embalsamamiento se puede dividir en dos procesos concretos: el tratamiento de perfusión vascular y el tratamiento de cavidades. Ambos deben realizarse de la mejor forma posible para asegurar la correcta conservación del tejido y una adecuada visualización del cuadro memorial.
Sería interesante preguntar a los lectores: ¿cuál de estos dos procesos consideran más importante? Le invito, querido lector, a reflexionar sobre ello antes de continuar. A continuación, se mencionan algunos errores comunes que suelen omitirse o realizarse de forma incorrecta durante el tratamiento de conservación:
1. Utilice siempre un volumen de dilución adecuado
Es bien sabido que el cuerpo humano posee entre 4 y 5 litros de sangre; sin embargo, debemos saturar todos los tejidos del cuerpo. Por ello, no es descabellado utilizar entre 11 y 14 litros de dilución preservante para lograr una saturación adecuada en un cuerpo promedio. En algunos casos puede requerirse incluso un volumen mayor, ya que no solo el sistema vascular es el objetivo: este es solo el camino para que la solución llegue a su destino final, que son los tejidos. Se estima que, en un cuerpo adulto promedio, la solución de embalsamamiento debe recorrer aproximadamente 90,000 km.
2. Utilice la concentración adecuada
Hoy en día, debido a los tratamientos médicos modernos, es común encontrar cuerpos con saturación de fluidos corporales retenidos. En estos casos, no se recomiendan volúmenes altos de solución, sino diluciones más concentradas y coordinadas, para evitar una mayor dilución de la solución primaria y la distensión de los tejidos. Si durante su análisis detecta estos signos, calcule cuidadosamente su dilución secundaria y mezcle con precisión su fluido arterial en la dilución primaria para obtener mejores resultados al finalizar la perfusión.
3. Vire la cánula e inyecte siempre que utilice la carótida en casos patológicos
En teoría, la dilución preservante será movilizada hasta el arco aórtico e irrigará las arterias subclavias y la carótida izquierda. El lado derecho, idealmente, se irrigará por circulación colateral a través de la carótida interna (porción cerebral izquierda) hacia el lado derecho y, a su vez, por la subclavia derecha, elevándose por la arteria vertebral hasta el polígono de Willis. Sin embargo, esto no siempre sucede, ya sea por anomalías vasculares o por obstrucciones. Por ello, se recomienda virar e inyectar de forma distal hacia el lado derecho, faltando un litro de dilución para finalizar la perfusión vascular. Usted puede notar este fenómeno al observar una mayor coloración y fijación en el lado izquierdo del rostro en comparación con el derecho.
4. Mantenga el cuerpo elevado sobre la mesa de trabajo, sin que las partes posteriores la toquen completamente
La presión en las zonas posteriores del cuerpo es un factor crítico. La presión por gravedad puede impedir la irrigación en estas áreas, provocando una descomposición temprana, especialmente en cuerpos de gran tamaño o peso. Esto cobra aún más importancia en cuerpos que serán repatriados o velados durante un periodo prolongado. Utilice soportes para mantener el cuerpo elevado sobre la mesa de trabajo y, al finalizar, refuerce de forma hipodérmica las zonas donde se colocaron los soportes.
5. Utilice la cantidad suficiente de fluido de cavidad
Existen referencias ortodoxas en libros de ciencias mortuorias que indican el uso mínimo de 16 onzas de fluido de cavidad en la cavidad torácica, y 16 onzas en la cavidad abdominal y pélvica. No obstante, en la práctica, muchas veces se utiliza menos cantidad, e incluso se reaspira el fluido a los pocos minutos. ¡Error! Recuerde que los productos penetran en los tejidos milímetro a milímetro y requieren horas para lograr una preservación adecuada. La paciencia es clave en este proceso.
6. Mantenga la punta de su trocar en óptimas condiciones
La punta del trocar debe perforar de forma certera y sin esfuerzo las capas abdominales. A lo largo de mi carrera, he observado que muchos colegas prefieren hacer una incisión con bisturí para después introducir el trocar sin punta, lo cual es riesgoso. Muchos órganos son flexibles y resistentes, como el intestino grueso (donde reside la mayor cantidad de bacterias), el intestino delgado, el diafragma, el pericardio (que recubre el corazón y es bastante resistente) y el hígado, un órgano sólido cuya correcta canalización es crucial para una adecuada penetración del fluido de cavidad.
7. Nunca escatime en sus insumos de embalsamamiento
Debe utilizar todo lo necesario para asegurar que la persona sobre la mesa tenga la mejor despedida posible. Esa persona será el centro de atención del homenaje de vida, y usted es responsable de que su presentación sea digna, serena y placentera. Usted es el profesional y decidirá lo necesario en cuanto a insumos y técnicas a emplear. Capacítese constantemente y forme su propio criterio: esa será su mejor herramienta ante cualquier caso.
Estos puntos, aunque parezcan básicos, marcan la delgada línea entre el éxito y el fracaso… y, más aún, entre un ataúd abierto y uno cerrado. Este último suele reflejar angustia, incertidumbre y conmoción.







