Arte Restaurativo: La Ayuda en el Proceso del Duelo

19 mayo 2025
Miguel Ángel Rodríguez Campos

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El embalsamamiento ha sido comúnmente percibido por los usuarios e incluso por algunos directores funerarios como un simple complemento del servicio funerario, destinado únicamente a evitar la descomposición del cuerpo de una persona fallecida. Si bien esta es una de sus funciones principales, no es su único objetivo. El embalsamamiento también busca presentar al fallecido de una manera serena y en reposo, en lo que se conoce como «cuadro memorial».

 

Diversos libros sobre ciencias mortuorias destacan la importancia de que los familiares vean a su ser querido fallecido, ya que esto facilita el proceso de duelo. Un claro ejemplo es Thomas Lynch, quien en su libro Embalsamamiento: Historia, Teoría y Práctica menciona lo siguiente:

  • «Después de dirigir funerales, he llegado a la conclusión de que ‘ver es la parte más difícil y más útil’.»
  • «La verdad, aunque duela, conlleva a una sanación mejor que la ficción o la fantasía.»
  • «Cuando alguien muere, no tememos ver a la persona fallecida, sino enfrentarnos al hecho de que realmente ha muerto.»
  • «Para muchos, esta confrontación con el difunto marca el inicio del proceso de cierre, que conduce a la sanación.»

Un estudio publicado por la National Library of Medicine y el National Center of Biotechnology Information, titulado Observación del cuerpo tras el duelo por una muerte traumática: estudio cualitativo en el Reino Unido, refuerza esta idea. En dicho estudio se entrevistó a personas que habían perdido a un ser querido por suicidio o muertes traumáticas. Se encontraron hallazgos significativos, como que algunos deudos preferían que otra persona identificara el cuerpo, mientras que otros sentían la necesidad de hacerlo ellos mismos.

Un caso ilustrativo fue el incidente del tren Granville en Australia en 1977, donde 84 personas fallecieron. Según el estudio, «36 de 44 personas en duelo no habían visto el cuerpo de su familiar o amigo. De los 22 que decidieron no verlo, muchos se arrepintieron posteriormente. Ocho personas vieron el cuerpo y solo una expresó arrepentimiento. Aquellos que vieron el cuerpo presentaron mejores resultados en medidas de recuperación psicológica en comparación con quienes no lo hicieron.»

Otro caso fue el desastre del ferry Zeebrugge en 1987, donde murieron 193 personas. En un primer estudio, los familiares que vieron los cuerpos de sus seres queridos mostraban mayores niveles de angustia y ansiedad que aquellos que no los vieron. Sin embargo, dos años y medio después, los resultados cambiaron: aquellos que vieron los cuerpos presentaban menos imágenes perturbadoras y pensamientos desagradables en comparación con los que no lo hicieron.

El Dr. J. William Worden sostiene que ver el cuerpo ayuda a aceptar la realidad de la pérdida y facilita el proceso de duelo. Menciona que «dejar ir» al fallecido es una parte esencial del duelo y que enfrentar la realidad permite a los deudos continuar con sus vidas. Muchos directores funerarios coinciden en que permitir a los familiares ver el cuerpo puede ser de gran ayuda para su sanación emocional.

Teniendo esto en cuenta, como embalsamadores y directores funerarios, no solo comercializamos ataúdes, servicios de carroza o espacios de velación; también proporcionamos tranquilidad emocional y apoyo en el proceso de duelo. Es por esto que debemos implementar correctamente los procesos de embalsamamiento y restauración.

El mismo estudio menciona el caso de Jayne, una mujer que perdió a su esposo Jon en el hospital. Al verlo en la morgue, sintió que «ya no estaba ahí» debido a que sus cuencas oculares parecían hundidas. Esto resalta la importancia del uso de humectantes en la solución arterial para equilibrar los niveles de humedad en el cuerpo. En algunos casos, puede ser necesario emplear un generador de tejido (feature builder), el cual, al ser de nitrocelulosa, no es absorbido por el tejido y permite restaurar la apariencia del rostro.

Jayne mencionó que, cuando vio a su esposo en la funeraria, se sintió mucho mejor y pudo despedirse de él, además de cantarle una canción que él le había pedido en vida.

Otro caso es el de Rachel, quien perdió a su hijo en Irak. A pesar de que su cuerpo presentaba heridas graves, decidió verlo antes de cualquier tratamiento. En situaciones como esta, es fundamental realizar una valoración preliminar del cuerpo para determinar las técnicas de restauración adecuadas. Puede ser necesario retraer la piel facial para reconstruir la estructura del cráneo y lograr una mejor proporción facial. Además, es recomendable emplear una solución «waterless» (sin agua), que combine preservante arterial, acondicionador vascular y corrector de agua, junto con un humectante para evitar la contracción del tejido.

En el caso de Marcus, quien identificó a su prometida Louise después de que fuera asesinada, señaló que, aunque la funeraria hizo lo posible por prepararla, no se veía como la recordaba. Su piel presentaba varios colores debido a la descomposición post mortem. En estos casos, es crucial emplear soluciones bien balanceadas, con un conservante de 4-5% y un volumen adecuado. También se pueden utilizar cauterizantes blanqueadores como Dryene hipodérmico o correctores de color basados en el círculo cromático. En algunos casos, el uso de aerógrafo es preferible, ya que permite una aplicación más precisa del cosmético mortuorio.

El embalsamador también debe tener conocimientos de colorimetría para aplicar técnicas de iluminación y sombra, logrando una apariencia natural y digna.

A menudo, no somos conscientes del impacto que tenemos como profesionales funerarios en la vida de los deudos. Sin embargo, nuestra labor es brindar un servicio que les permita despedirse con dignidad y paz. Servimos en un momento de dolor y sufrimiento, y nuestro deber es aliviar en la mayor medida posible esta situación, ofreciendo una despedida adecuada y ayudando a sanar las heridas del alma. Esto es lo que nos convierte en verdaderos profesionales.

Miguel Ángel Rodríguez Campos
Embalsamador Profesional

Fuentes:

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por

Miguel Ángel Rodríguez Campos

Especialista en embalsamamiento, arte restaurativo y reconstrucción facial con más de 15 años de experiencia en el sector funerario y la docencia. Ha capacitado a embalsamadores en América Latina, colaborando con universidades, funerarias y asociaciones. Su expertise abarca el manejo avanzado de técnicas de conservación, restauración y reconstrucción, así como la enseñanza y formación de nuevos profesionales en la industria. Galardonado por su contribución al desarrollo del arte restaurativo en el ámbito funerario.

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