¿Es Peligroso Embalsamar un Cuerpo con VIH? La Verdad Que Nadie Te Dijo

14 febrero 2013
Dr. José Luis Zapata García

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Introducción al VIH: Clasificación, Tipos y Estructura

El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es un retrovirus perteneciente al género Lentivirus, caracterizado por un largo período de incubación antes de causar enfermedad.

Morfológicamente, el VIH es un virión esférico de aproximadamente 80-120 nm de diámetro, con una envoltura lipídica adquirida de la célula huésped.

En su superficie posee espículas formadas por dos glicoproteínas clave: gp120 (glucoproteína de superficie) y gp41 (proteína transmembrana), las cuales median la unión del virus a las células objetivo.

El núcleo viral está protegido por una cápside proteica (principal antígeno p24) que contiene en su interior dos copias de ARN monocatenario iguales, junto con las enzimas retrotranscriptasa inversa, integrasa y proteasa que son esenciales para la replicación viral.

Existen dos tipos principales de VIH: VIH-1 y VIH-2. El VIH-1 es el responsable de la pandemia global de SIDA, siendo más virulento e infeccioso que el VIH-2.

El VIH-2, por su parte, tiene menor capacidad de transmisión y patogenicidad, y se encuentra casi exclusivamente en África occidental.

Ambos tipos comparten la misma estructura general y mecanismos de infección, aunque difieren genéticamente y el VIH-2 suele mostrar una progresión más lenta a SIDA. En términos de clasificación, ambos pertenecen a la familia Retroviridae, subfamilia Orthoretrovirinae, género Lentivirus.

 

 

Mecanismo Patogénico del VIH y Desarrollo del SIDA

El VIH tiene tropismo por células del sistema inmune, principalmente los linfocitos T CD4+, así como macrófagos y células dendríticas.

La infección comienza cuando la glicoproteína viral gp120 se acopla específicamente al receptor CD4 en la membrana de estas células, asistida por correceptores (como CCR5 o CXCR4), lo que permite la fusión de la envoltura viral con la célula. Una vez dentro, el ARN viral se retrotranscribe a ADN y se integra en el genoma de la célula huésped (gracias a la acción de la transcriptasa inversa e integrasa).

A partir de ahí, el virus puede entrar en latencia (persistir sin causar síntomas inmediatos) o iniciar una replicación activa que produce nuevos viriones que infectan otras células.

La infección crónica por VIH provoca una destrucción progresiva del sistema inmunológico. Los linfocitos T CD4+ van disminuyendo en número debido a múltiples mecanismos: muerte directa de células infectadas por el virus, destrucción de células infectadas por el sistema inmunitario (linfocitos citotóxicos), y fenómenos de muerte celular programada en células T, entre otros.

Durante años, el organismo puede compensar la pérdida de células CD4, pero finalmente, cuando el recuento de CD4 cae por debajo de un umbral crítico (~200 células/µL) se pierde la inmunidad celular y aparecen infecciones oportunistas y ciertos cánceres definitorios del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).

En resumen, el VIH causa inmunosupresión severa al destruir las células que coordinan la respuesta inmune, lo que conduce al SIDA como fase avanzada de la enfermedad si no se administra tratamiento antirretroviral.

Principales Vías de Transmisión del VIH

El VIH se transmite únicamente a través del contacto directo con ciertos fluidos corporales de una persona infectada. Las rutas de transmisión más importantes son:

  • Transmisión sexual: mediante relaciones sexuales (vaginales, anales u orales) sin protección, con intercambio de semen, secreciones vaginales o sangre. Es la vía más frecuente globalmente.
  • Transmisión sanguínea: por contacto con sangre infectada, ya sea a través de transfusiones sanguíneas no seguras, trasplantes de órganos o tejidos contaminados, o por compartir agujas y jeringas (uso de drogas inyectables). En entornos sanitarios o de tanatopraxia, esto incluye inoculación percutánea accidental (pinchazos o cortes) con material punzocortante contaminado.
  • Transmisión perinatal (vertical): de madre a hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia (a través de la leche materna), si no se toman medidas preventivas.

En el contexto del trabajo de embalsamamiento y tanatopraxia, la preocupación principal recae en las vías de inoculación accidental. Esto se refiere a lesiones con objetos cortopunzantes contaminados (ej. agujas, bisturís, tijeras, tubos o incluso fragmentos óseos afilados del cadáver) que pueden introducir sangre o fluidos infectados en el organismo del trabajador. También son de alto riesgo las salpicaduras de sangre o secreciones a las mucosas (ojos, boca) o el contacto de fluidos infectados con piel lesionada.

Cabe destacar que el VIH no se transmite por el aire, agua ni por contacto casual (tocar, besar, compartir alimentos), por lo que las actividades habituales alrededor de un cadáver (como vestirlo o trasladarlo) no implican riesgo mientras no haya exposición a sangre o fluidos infectivos.

Riesgo Ocupacional de VIH en Tanatopraxia (comparado con Hepatitis B)

Los tanatopractores y embalsamadores están potencialmente expuestos a patógenos de transmisión sanguínea como el VIH, pero el riesgo de adquirir la infección por VIH en el trabajo es relativamente bajo cuando se siguen las normas de bioseguridad. Estudios epidemiológicos y datos de entidades de salud indican que la probabilidad de contagio ocupacional de VIH tras una lesión percutánea con material contaminado es alrededor de 0.3–0.5% (aproximadamente 1 de cada 200 incidentes).

En cambio, otros virus como el virus de hepatitis B (VHB) son mucho más infecciosos: el VHB puede tener un riesgo de contagio del 6% al 30% en exposiciones similares si el trabajador no está inmunizado. De hecho, la hepatitis B históricamente ha representado un riesgo ocupacional más frecuente para el personal funerario y de salud que el VIH.

Esto se refleja en hallazgos como un estudio de embalsamadores en EE.UU. que encontró un 13% de prevalencia de marcadores de hepatitis B, mientras que ninguno de los trabajadores sin factores de riesgo previos resultó positivo para VIH, evidenciando la mayor transmisibilidad del VHB en entornos laborales.

A pesar de que el riesgo de VIH es menor, no debe subestimarse. Cada exposición percutánea o contacto de mucosas con sangre infectada conlleva la posibilidad de transmisión, y se han documentado casos (si bien poco frecuentes) de adquisición ocupacional de VIH en personal de salud.

En el sector funerario, el riesgo está presente al manipular cadáveres de personas con VIH, ya que el virus puede permanecer viable en un cadáver durante varios días después de la muerte. La OPS/OMS señala que el VIH puede permanecer activo en tejidos cadavéricos refrigerados (~2 °C) entre 6 y 15 días.

Esto implica que un cuerpo recientemente fallecido por VIH todavía puede albergar virus infectivo, especialmente en sangre y órganos, representando un peligro si ocurre una exposición directa.

Sin embargo, cabe mencionar que un cadáver con VIH no representa un riesgo contagioso por sí solo mayor que un paciente vivo, siempre y cuando se apliquen las medidas de higiene y bioseguridad apropiadas.

De hecho, la carga viral deja de incrementarse tras la muerte y la mayoría de los patógenos comienzan a inactivarse gradualmente; por ello, el mayor riesgo de contagio sigue siendo el contacto sin protección con personas vivas infectadas más que con cadáveres.

No obstante, para los tanatopractores es fundamental mantener la alerta y protegerse adecuadamente en todo manejo de cuerpos, conocidos o no por estar infectados.

En comparación con el VIH, el virus de hepatitis B es una preocupación destacada: además de su alta infectividad, existe la ventaja de una vacuna eficaz. Por ello, se recomienda encarecidamente que todo profesional que manipule cadáveres esté vacunado contra Hepatitis B, lo que prácticamente elimina el riesgo de contagio de VHB en caso de exposición laboral.

Para el VIH no existe vacuna ni cura, de modo que la prevención mediante precauciones universales es la piedra angular de la seguridad ocupacional.

Precauciones Universales para Prevenir la Exposición al VIH

Las Precauciones Universales (también llamadas precauciones estándar de bioseguridad) constituyen un conjunto de prácticas diseñadas para minimizar el riesgo de transmisión de patógenos en entornos sanitarios y mortuorios. Estas precauciones se basan en asumir que toda sangre y fluido corporal es potencialmente infectante, independientemente de que se conozca o no alguna enfermedad en el cadáver.

A continuación se detallan las medidas esenciales que deben seguir los tanatopractores y embalsamadores para evitar la exposición al VIH (y a otros patógenos de transmisión sanguínea como VHB, VHC, etc.):

Equipos de protección personal (EPP)

Uso obligatorio de barreras de protección adecuadas. Esto incluye guantes resistentes (de preferencia doble guante para mayor seguridad), bata o mandil impermeable de manga larga, protector facial o mascarilla y gafas de seguridad (o careta facial) para proteger mucosas de ojos, nariz y boca de salpicaduras. También se recomiendan gorro desechable y cubrecalzado o botas de goma para evitar contaminación de cabello y calzado. Es fundamental verificar la integridad de los guantes y cambiarlos si se rompen; nunca reutilizarlos ni lavarlos para volver a usarlos. Al finalizar el procedimiento, retirar cuidadosamente todo el EPP y desecharlo o gestionarlo según normas, evitando el contacto de la piel con las superficies externas potencialmente contaminadas.

Higiene y cuidado personal

Cubrir con apósitos impermeables cualquier herida, corte o lesión en la piel antes de comenzar a trabajar. Un trabajador con lesiones abiertas en las manos o piel no intacta no debería manipular cadáveres ni materiales contaminados directamente. Al terminar cualquier manipulación de restos humanos, realizar un lavado de manos exhaustivo con agua y jabón, incluso si se usaron guantes. Evitar tocarse la cara, ojos o boca durante el procedimiento con los guantes puestos. Si la piel intacta entra en contacto con sangre o fluidos, lavar inmediata y abundantemente con agua y jabón.

Manejo seguro de instrumental y objetos punzocortantes

Extreme precaución al utilizar agujas, bisturís, tijeras, cánulas y trocartes u otros elementos cortopunzantes. Siempre que sea posible, utilice instrumental con dispositivos de seguridad (por ejemplo, agujas con mecanismo retráctil). No recapsular ni reencapuchar agujas usadas y desecharlas directamente en contenedores rígidos para material punzocortante tras su uso. Los bisturís desechables, hojas y otros objetos filosos también deben depositarse en contenedores específicos. Durante la autopsia o embalsamamiento, ubicar los instrumentos en bandejas seguras cuando no se usen, para evitar accidentes. En caso de pinchazo o corte accidental, detener la actividad de inmediato, permitir un ligero sangrado de la herida sin exprimir, lavar con agua y jabón y desinfectar; luego notificar el incidente según el protocolo institucional para evaluar riesgo y siguientes pasos.

Control de derrames y superficies

Limpiar y desinfectar todas las superficies de trabajo, mesas de autopsia, herramientas reutilizables y equipo tras la manipulación del cadáver. Emplear desinfectantes de amplio espectro eficaces contra virus (por ejemplo, solución de hipoclorito de sodio al 0.5–1%) para inactivar el VIH en superficies. Los fluidos derramados (sangre, líquidos corporales) deben cubrirse con material absorbente desechable impregnado de desinfectante, dejando actuar el agente químico el tiempo recomendado antes de limpiar. Todo material de limpieza usado (toallas desechables, gasas) se debe eliminar como residuo bio-infeccioso en bolsas rojas o contenedores designados. Autoclave o esterilice el instrumental reutilizable tras una desinfección previa.

Manipulación del cadáver

Si se sabe o sospecha que el cadáver tiene una enfermedad infecto-contagiosa (como VIH, hepatitis, etc.), debe identificarse claramente con un rótulo de “Precaución – Riesgo Biológico”, idealmente indicando el patógeno (ej. “Precaución: VIH”). Durante su preparación, procure contener posibles exudados: por ejemplo, taponear con algodón y desinfectante los orificios naturales o heridas abiertas que puedan drenar fluidos (nasal, oral, anorrectal, etc.). Es recomendable envolver o embolsar el cuerpo en una bolsa para cadáveres de bioseguridad, especialmente si hay pérdida de líquidos corporales. Esto no solo previene derrames durante el transporte, sino que también protege a personal externo (como funerarias o forenses) al advertirles del riesgo. Evite procedimientos que generen aerosoles si no es imprescindible; por ejemplo, usar sistemas de aspiración con precaución y equipos de protección respiratoria cuando se drenen cavidades para minimizar salpicaduras. En resumen, aplicar en todo momento las técnicas de bioseguridad como si cada cadáver estuviera potencialmente infectado, garantizando así la protección contra el VIH y otros agentes.

Fluidos Corporales de Riesgo y Precauciones

No todos los fluidos del cuerpo humano tienen la misma capacidad de transmitir el VIH. Las Precauciones Universales se enfocan principalmente en sangre y ciertos fluidos de alto riesgo. En el contexto de tanatopraxia, se deben aplicar las medidas de protección al manipular o estar expuesto a los siguientes fluidos corporales del cadáver:

  • Sangre (principal vehículo de transmisión).
  • Semen y secreciones vaginales (aunque provienen del tracto reproductivo, pueden estar presentes residualmente en el cadáver y son altamente infectivas).
  • Líquido preseminal (fluido previo a la eyaculación).
  • Leche materna (en casos de mujeres en periodo de lactancia).
  • Líquidos estériles internos: líquido cefalorraquídeo (LCR), líquido pleural (cavidad torácica), líquido peritoneal (cavidad abdominal), líquido pericárdico (cavidad cardíaca), líquido amniótico (en caso de mujeres embarazadas) y líquido sinovial (articulaciones).

Todos estos fluidos han demostrado ser capaces de vehicular el VIH y por tanto se consideran potencialmente infecciosos. En la práctica, esto significa que siempre se deben utilizar las barreras de protección y las técnicas de precaución al entrar en contacto con cualquiera de ellos. Además, se debe suponer que cualquier material, instrumento o superficie contaminada con estos fluidos es igualmente de riesgo.

Es importante destacar que otras secreciones y excreciones corporales como la saliva, sudor, lágrimas, orina, heces o vómito no se han implicado en la transmisión del VIH a menos que estén visiblemente contaminadas con sangre. No obstante, por normas de precaución estándar, incluso fluidos de bajo riesgo (ej. orina, secreciones nasales, esputo) merecen manipulación cuidadosa y uso de guantes, dado que pueden transmitir otros patógenos.

En síntesis, toda sustancia corporal húmeda exceptuando el sudor debe manejarse con precaución, aplicando guantes y protección ocular/facial si existe posibilidad de salpicadura. Este enfoque garantiza un margen de seguridad amplio para el trabajador.

Quimioprofilaxis Antirretroviral Post-Exposición

En caso de que ocurra una exposición ocupacional al VIH confirmada o de alto riesgo – por ejemplo, un pinchazo con una aguja u objeto filoso contaminado con sangre de un cadáver VIH positivo, o una salpicadura significativa a mucosas – se debe considerar inmediatamente la profilaxis posexposición (PEP).

La PEP consiste en un tratamiento antirretroviral de corta duración (usualmente 28 días) cuyo objetivo es prevenir la infección tras la entrada potencial del virus. Las guías internacionales, incluyendo CDC y NIH, establecen que la PEP debe iniciarse lo antes posible, idealmente dentro de las primeras 2 horas posteriores al accidente, y no más allá de 72 horas después de la exposición. Cada hora cuenta, ya que la eficacia de la profilaxis disminuye considerablemente si se retrasa demasiado su inicio.

El régimen típico de PEP incluye una combinación de medicamentos antirretrovirales de alta potencia administrados durante 4 semanas, bajo supervisión médica. Este tratamiento de emergencia puede reducir de forma muy significativa la probabilidad de seroconversión al VIH, siempre y cuando se complete adecuadamente.

Para los tanatopractores, esto implica que ante un accidente de riesgo se debe notificar de inmediato al servicio de salud ocupacional o acudir a un centro médico, donde evaluarán la indicación de PEP. Se realizará una prueba diagnóstica tanto al trabajador como, si es posible, al material biológico fuente (por ejemplo, una muestra de sangre del cadáver) para confirmar el estado serológico. Si la fuente es VIH positiva o de alto riesgo desconocido, se iniciará la profilaxis sin aguardar resultados definitivos.

Además, se aconseja realizar seguimiento del trabajador expuesto con pruebas de VIH a las 6 semanas, 3 meses y 6 meses post-exposición para descartar infección en caso de que hubiera fallado la PEP.

Cabe recalcar que la quimioprofilaxis postexposición es una medida de última línea; nunca sustituye la necesidad de prevenir la exposición en primer lugar mediante las precauciones universales, pero brinda un nivel extra de seguridad en situaciones accidentales o inesperadas.

Conclusiones

Los profesionales de la tanatopraxia y embalsamamiento enfrentan riesgos biológicos en su labor, siendo el VIH/SIDA una de las preocupaciones centrales junto con hepatitis y otros patógenos. Un conocimiento profundo del virus VIH – su naturaleza, vías de transmisión y mecanismo patogénico – combinado con la aplicación rigurosa de medidas de bioseguridad en cada procedimiento, permite minimizar significativamente el riesgo de infección ocupacional.

Las estadísticas demuestran que el VIH es mucho menos contagioso que otros virus como el de Hepatitis B en exposiciones laborales, pero la vigilancia y precaución constante siguen siendo imprescindibles. Empleando las Precauciones Universales (uso de EPP, manejo seguro de instrumentos, higiene y desinfección) y actuando con prontitud en caso de exposiciones (PEP antirretroviral tras accidentes), los embalsamadores pueden desempeñar su importante labor con un margen de seguridad elevado.

En suma, la protección frente al VIH en el ámbito mortuorio no solo resguarda la salud del profesional, sino que también garantiza un servicio seguro y responsable hacia la comunidad y las familias atendidas.

Referencias

  • Organización Panamericana de la Salud (OPS). Riesgos con cadáveres generados a partir de epidemias. OPS, 2009. paho.org
  • Cal/OSHA – Departamento de Relaciones Industriales de California. ¡No ponga en peligro su salud! Guía sobre patógenos transmitidos por la sangre (1995). dir.ca.gov
  • Turner SB, et al. Occupational exposure to HIV and HBV among embalmers: seroprevalence study. Am J Public Health. 1989. pmc.ncbi.nlm.nih.gov
  • CDC (Centers for Disease Control and Prevention). Occupationally Acquired HIV Infection (1985–2013). MMWR 63(53), 2015. cdc.gov
  • NIH – HIVinfo. Profilaxis posexposición (PEP), hoja informativa en español (2025). hivinfo.nih.gov
  • Gobierno de Mendoza, Argentina. Manual de bioseguridad para agentes que manipulan cadáveres. mendoza.gov.ar
  • Gobierno de Argentina. Precauciones estándar para el personal de salud. argentina.gob.ar
  • ISID. International Society for Infectious Diseases – Guidelines and Reports. isid.org

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Dr. José Luis Zapata García

Egresado de Medicina y ex-Perito Médico Forense en Tamaulipas, ha sido una figura destacada en la industria funeraria desde 1989. Fundador de Capillas del Recuerdo - Casa Funeraria y Químicos Zapata, ahora DOSER Soluciones para Embalsamar, también es el creador de la Revista NovusFunerario y del Instituto Educativo Enlaces del Noreste (IEEN), una universidad para Directores Funerarios y Embalsamadores. Como embalsamador certificado en el Estándar 804 de Embalsamamiento de Cadáveres, se dedica a la evaluación con fines de certificación. Además, es un conferencista y escritor reconocido en su campo.

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