Los cadáveres recuperados del agua presentan alteraciones postmortem inusuales que complican su embalsamamiento. El contacto prolongado con el agua produce maceración: la piel se arruga (“manos de lavandera”) y la epidermis se engrosa y eventualmente se desprende como guantes o calcetines. Al permanecer sumergido, el cuerpo se enfría rápidamente y la putrefacción se ralentiza, pero en cuanto se extrae del agua la descomposición se acelera drásticamente. Además, los tejidos quedan muy hinchados por el exceso de líquidos y gases putrefactivos, y suelen impregnarse de lodo y sedimentos. Todo esto hace que el tanatopractor deba actuar con fluidos más potentes y técnicas especiales para lograr una apariencia respetable.
Características postmortem en cuerpos sumergidos
- Maceración cutánea: las palmas y plantas se arrugan intensamente, apareciendo cutis anserina. Tras días en agua, la epidermis se desprende por completo (como guantes) y hasta cabellos y uñas se caen con facilidad.
- Edema y órganos hinchados: los pulmones aumentan de tamaño (presión alveolar, “enfisema hidroaéreo”) y se observa edema alveolar masivo.
- Gases de putrefacción: al descomponerse, las bacterias generan gases que inflan el cuerpo y suelen llevarlo a flotar. La presencia de gas en cavidades torácica y abdominal es frecuente (cavidades llenas de gases putrefactivos).
- Material extraño adherido: el cadáver arrastra lodo, algas y vegetación; es común encontrar sedimentos en la tráquea, bronquios o estómago producto de la inmersión.
- También aparecen colecciones de líquidos en las cavidades pleurales y en el interior del cuerpo, ya sea por efusiones asociadas al ahogamiento o por descomposición.
- Descomposición “húmeda” y saponificación: en aguas estancadas y frescas, la grasa corporal puede transformarse en adipocera (cera cadavérica) resistente a la putrefacción. Esta “saponificación” deja al cuerpo con un aspecto ceroso, lo cual hay que contrarrestar durante el embalsamamiento.
Técnica recomendada paso a paso
- Selección de fluidos: usar fluido arterial de alto índice (por ejemplo formaldehído ≥ 20‑30%) para asegurar fuerte fijación química. Muchos embalsamadores emplean fluidos intensamente conservantes (“ultra” o “superior”) específicamente indicados para casos de ahogados. Se puede iniciar con una pre-inyección coadyuvante anticoagulante (índice moderado) para limpiar mejor la red vascular antes del embalaje. Para cavidades torácicas y abdominales se recomienda un líquido cavitario concentrado (índice alto, a veces sin diluir) o polvos especiales que deshidraten (como super-absorbente) para secar órganos internos.
- Aspiración cavitaria: abrir el abdomen y tórax con trocar, extraer todo el contenido gastrointestinal (el agua arrastró lodo y restos) y aspirar los pulmones por separado. Esta aspiración del sistema digestivo y respiratorio es crucial para eliminar líquidos, gas y sólidos. Limpiar bien con suero si es necesario. Un tórax drenado permite que el fluido de cavidad penetre mejor y evita fugas.
- Inyección arterial lenta y con presión controlada: inyectar el fluido arterial gradualmente, comenzando con baja presión para no reventar vasos ni diseminar el edema. Se prefiere inyección a mano o bomba suave para manejar la tela blanda y frágil del ahogado. Aumentar el índice o el volumen de fluido si hay mucha decoloración o descomposición. Hay que reforzar ramas múltiples del circuito arterial (carótidas, femorales, aorta) buscando distribución uniforme. La inyección lenta evita la extravasación por tejidos ablandados.
- Tratamiento externo y absorbentes: tras el llenado vascular, se aplican polvos absorbentes en las zonas con humedad residual o signos de descomposición externa. Por ejemplo, el Chekit Preserving Powder es un polvo esterilizante recomendado para cadáveres ahogados por su acción secante y antifúngica. Se esparce en cavidades (cráneo, orificios, heridas) o bajo la cabeza y axilas si gotea líquido. Luego se colocan vendajes compresivos: vendas o fajas apretadas envuelven tronco y extremidades para reducir la hinchazón y absorber exudados. Este vendaje firme ayuda a aplanar el cuerpo y prevenir fugas posteriores.
- Técnica hipodérmica complementaria: mediante aguja hipodérmica (trocár), inyectar preservantes en áreas específicas de difícil fijación: rostro, manos, pies, pliegues y escultura de heridas. Se emplean líquidos cauterantes o geles ricos en formaldehído (tipo DriOxin, etc.) y tintes de coagulante en estos puntos para reafirmar tejidos blandos y colorearlos. Las inyecciones hipodérmicas refuerzan la apariencia, suavizan laceraciones de agua, y ayudan a reconstruir facciones.
- Sellado de orificios: cerrar completamente boca, fosas nasales y ano con adhesivos o siliconas para evitar fugas de fluidos o gases. Se pueden usar tapones de algodón impregnado en formaldehído o suturas internas. Sellar también ojos con gel o pasta cauterante. El objetivo es que, en un embalaje de ríos/lago, no drene nada al vestir.
Consejos prácticos
- Cuidado con los tejidos frágiles: el exceso de agua deja la piel y órganos muy delicados. Trabajar con suavidad, evitando rasgar o presionar en exceso. Usar herramientas finas (pinzas blandas) y apoyar bien el cuerpo al moverlo.
- Humectación balanceada: a pesar del edema inicial, tras la inyección puede aparecer resequedad. Se suelen usar humectantes (lanolina concentrada) en la co-inyección o como gel externo para evitar que labios, ojos o párpados se resequen demasiado. Este equilibrio ayuda a mantener una textura natural.
- Entorno controlado: mantener la sala fría (fresca) y húmeda ayuda a reducir la aceleración de la descomposición luego de extraer el cuerpo. Evitar fuentes de calor; el enfriamiento retrasa la aparición de olores y gases post-embalsamamiento.
- Uso de tejidos de relleno: rellenar áreas hundidas (ojos, mejillas) con algodón hidratado o espumas sintéticas. En cuerpos con mucha maceración, es común usar una “bolsa visceral” de compuerta o algodón en cavidad abdominal para dar firmeza y evitar hundimientos internos.
- Evaluación continua: durante la inyección, monitorear el retorno sanguíneo y la coloración de labios/uñas. Puede ser útil inyectar luces incrementales en sectores muy oscuros hasta lograr un tono más natural.
Ética y despedida digna
Aunque el caso de un ahogado sea complejo, el trabajo del tanatopractor es fundamental para ofrecer a la familia una despedida respetuosa. La tanatopraxia combina ciencia y técnica estética para presentar al difunto de manera digna. Cada esfuerzo (aún en condiciones extremas) honra la memoria de la persona fallecida y brinda consuelo a los allegados. En palabras de la formación especializada, un buen preparador de cadáveres actúa “con pasión y compromiso para cumplir con una despedida digna”. Al seguir minuciosamente estos pasos, el profesional reforzará su ética y pericia en uno de los casos más exigentes, asegurando que incluso un cuerpo “difícil” pueda ser presentado con el mayor respeto posible.







