EL DUELO: PROCESO DE CAMBIOS Y ESTRATEGIAS

1 junio 2020
Psic. Susana Ricaurte

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Las pérdidas significativas generan todo tipo de reacciones,  independientemente del estrato socio-económico, cultura o, incluso, la religión, toda una experiencia, implican una serie de cambios en el estado anímico, ya sea por el suceso per se (como la ira, la tristeza profunda o la negación, por ejemplo), por las dudas relacionadas con las circunstancias en cómo se dio el deceso, ya sea por una enfermedad, por muerte natural (debido a la avanzada edad) y, cuando se debe a un suicidio; suelen aparecer una serie de incógnitas acerca del sentido de la existencia, el proyecto de vida elegido y el futuro. Es común que una persona que resulte afectada por la muerte de alguien encuentre en este acontecimiento un motivo de reflexión y busque, así mismo, superar las sensaciones negativas asociadas.

La pérdida de un ser querido, es un hecho de profundo contenido social, es un suceso que, aunque doloroso, es inevitable; sin embargo, aun cuando todos tengamos que hacerle frente en algún momento de nuestras vidas, cada quien tiene su respectiva manera de lidiar con él. Estas particularidades están dadas por: la edad del fallecido, el grado de consanguinidad y la edad del doliente, las circunstancias relacionadas al deceso, la personalidad del doliente y los roles que cada quien ejerce.

La tristeza profunda, el enfado, la culpa, los reproches, la soledad, la impotencia y la incredulidad son algunos de los sentimientos que aparecen entre quienes sufren por la muerte de un ser querido. Se sugiere potenciar la resiliencia, la cual define como “un proceso, con su respectivo resultado, de adaptarse debidamente a experiencias de vida difíciles o desafiantes, especialmente mediante una flexibilidad y una adaptación mental, emocional y conductual, a las exigencias externas e internas”.

Worden,  propone ciertas tareas básicas para adaptarse a la pérdida, tareas resumidas en la nemotecnia “ATAR”: 1. Aceptar la realidad de la pérdida, 2) Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida, 3) Adaptarse a un medio en el que el fallecido está ausente y 4) Re colocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo.

Buen apoyo se encuentra en los grupos de ayuda mutua, encontrando el respeto, la confidencialidad y la inclusividad, de manera que se aceptan personas de distintos tipos de condiciones socio-económicas, distintas culturas, creencias o religiones. Lo que se pretende con estos grupos, es procurar que los propios integrantes se ayuden a encontrar soluciones realmente posibles para las situaciones que los agobian, de manera que procuran centrarse en temas de salud mental, se concretan temas de conversación y se procuran establecer soluciones sensatas para favorecer la adecuada dinámica del grupo, en caso de que se presenten conflictos, como es normal en cualquier sistema familiar.

Existen situaciones específicas que podrían requerir de estrategias particulares de afrontamiento, como es el caso del deceso de un hijo, o la muerte de un ser significativo para un menor de edad. En el primer escenario hay que resaltar que los hijos tienen un lugar especial en el mundo interno de los padres: unos son su fuerza, otros se convierten en su patrimonio emocional. Por ende, no es raro, que cuando los hijos fallecen, los padres digan que no se sienten capaces de seguir viviendo. Ante esta situación particularmente difícil, es importante desarrollar estrategias para evitar que los padres tiendan a caer en errores estereotipados, tales como entender a los hijos supervivientes como sustitutos del hijo que falleció, o que lleguen a pasar por alto a los otros hijos. Por lo que se debe enfatizar la comunicación abierta y honesta entre los padres (ya sean separados o no) y los hijos sobrevivientes (en caso de que los haya); entre los padres, para evitar que existan tensiones en la relación marital, alianzas entre los miembros de la familia o que se dificulte aún más la socialización, en el caso de una pareja ya separada.  Con respecto al otro escenario, la muerte de un ser querido, o mascota, para un niño, resulta fundamental entender las particularidades de este momento en su vida: sus distintas maneras de concebir este momento, sus características particulares (según el grupo etario) y, finalmente, qué decir y qué hacer.  En estos casos también se recomienda que la comunicación sea clara, aunque dulce y paulativa, de manera que se evite fomentar falsas ilusiones y puedan vivir su duelo de manera normal, es decir, de manera que pueda identificar sus emociones, pueda confirmar y reafirmar su concepto de muerte, aprendan a vivir sin el ser querido y reasuman sus actividades cotidianas.

Referencias Bibliográficas

Bermejo J. C. (2005). Acompañar y vivir sanamente el duelo.  Recuperado de: http://www.medioscan.com/duelo/duelo0

Rubio Y. (2017). Perdón en el duelo. Recuperado de:  https://es.scribd.com/document/351117355/5-3-El-Perdon-en-El-Duelo

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