Habitar El Silencio

8 diciembre 2025
LCC. Guillermo José Guzmán Vargas

¿Sabes a quién le pueda interesar? ¡Comparte!

En las dos entregas anteriores de esta serie de textos sanadores, conversamos sobre la importancia de vivir con el corazón despierto y encontrar la fortaleza necesaria para enfrentar con valentía, aceptación y gratitud el proceso de dejar ir y otorgar descanso eterno a la presencia física de nuestro ser amado.

También abordamos la vulnerabilidad y la importancia de darnos permiso para soltar, para así permitirnos sentirlo todo, mostrando un lado más humano de lo que experimentamos durante el duelo.

En esta tercera entrega, descubrirás la riqueza de habitar el silencio. Espero que disfrutes esta lectura y me permitas acompañarte, a través de estas líneas, en tu evolución frente al duelo.

El eco de lo que amamos

Hay momentos en la vida en los que el alma se queda quieta. No por elección, sino por pérdida. Cuando alguien que amamos parte, no solo deja un vacío fuera de nosotros, sino también dentro. De pronto, todo cambia. Las palabras sobran, el tiempo se ralentiza y un silencio nuevo comienza a habitar nuestros días.

No es un silencio cualquiera. Es el eco de lo que fue amado, el murmullo de una presencia que ya no se ve, pero se siente. En medio de ese silencio, algo en nosotros busca entender cómo seguir. Cómo vivir con lo que falta. Cómo volver a respirar, a sonreír, a reconstruirse sin renunciar a la memoria.

Este artículo es una invitación a habitar ese silencio, no como resignación, sino como camino. A descubrir que, en el fondo del dolor, también puede nacer una nueva forma de amor, de sentido, de vida.

Habita el silencio con convicción del corazón que espera

Habitar el silencio no es rendirse. Es tener el valor de quedarse con lo que duele, pero también con lo que ilumina. Es un acto de fe silencioso, donde el alma —aunque herida— se rehúsa a olvidar el amor que la sostuvo. Porque ese amor, aunque ya no tenga cuerpo, sigue teniendo raíz.

El corazón que espera no lo hace con pasividad, sino con esperanza. Con la convicción de que el tiempo no borra lo que fue verdadero, sino que lo transforma.

Este silencio que duele también puede ser fértil. Puede ser un espacio donde germina la memoria, donde la presencia de quien partió se vuelve guía, susurro, compañía invisible.

Y entonces el corazón, aún en medio de su espera, aprende a latir con una nueva paz: no la paz de quien olvida, sino de quien ama más allá de la ausencia.

Aprendamos a recuperar la vida desde la memoria del corazón

Recuperar la vida tras una pérdida no es volver a como éramos antes. Es reconstruirnos con lo que hemos amado y perdido, con lo que aún nos habita. Aprender a vivir no a pesar del dolor, sino con él, como parte de una nueva sensibilidad más profunda y compasiva.

La memoria del corazón es distinta a la de la mente. No repasa fechas, ni hechos, ni finales. Guarda olores, gestos, miradas. Conserva lo esencial: lo que nos unió, lo que nos transformó, lo que se sembró en nosotros y sigue dando fruto.

Desde ese amor que no muere, es posible volver a respirar con sentido. Vivir sin cerrar el corazón. Dar pasos nuevos sin traicionar el pasado ni negar la ausencia, pero permitiéndonos la alegría de seguir, de amar otra vez, de encontrar belleza en lo que aún nos rodea.

Cuando el mundo se detiene en silencio

La pérdida de un ser amado no siempre llega con estruendo. A veces, lo que deja tras de sí es un silencio profundo. Un espacio que no sabemos cómo habitar, una quietud que lo envuelve todo. En ese silencio comienza el duelo, no como un castigo, sino como un proceso sagrado donde algo en nosotros se rompe… y también se abre.

Este silencio no es solo ausencia. Es también una presencia distinta, sutil, que nos acompaña cuando ya no hay palabras. Y aunque al principio puede parecer insoportable, es en su interior donde empieza a revelarse la posibilidad de sanar.

El duelo: no se supera, se transforma y nos transforma

A menudo se espera que “superemos” el duelo como si fuera una enfermedad o una etapa que debe quedar atrás. Pero el dolor por la pérdida no se borra; se transforma. Lo que cambia no es el amor, sino la forma de vivirlo.

Habitar el silencio es abrir un espacio en el alma donde el recuerdo se vuelve presencia. Es permitirnos seguir viviendo con quien partió, no físicamente, pero sí desde la memoria viva del corazón.

Al aceptar el duelo como parte del todo, comprendemos que la muerte no es para detenernos ni resignarnos, sino para descubrir el mensaje que se esconde detrás de la partida. Ese mensaje puede liberarnos y ayudarnos a integrar la ausencia en nuestra vida cotidiana.

Cada proceso, un camino distinto

No hay una sola manera de transitar el duelo. Algunas personas necesitan hablar, otras guardar silencio. Unas lloran de inmediato, otras mucho después. Cada quien encuentra sus propios puentes para sostenerse: la espiritualidad, la escritura, la música, la naturaleza…

Lo esencial es honrar nuestro ritmo interno, sin forzarnos a sanar antes de tiempo. El silencio, vivido con conciencia, nos permite escuchar lo que el alma necesita, sin juzgarnos por sentir demasiado o por no saber qué sentir.

La espiritualidad como sostén

Habitar el silencio también puede ser un acto espiritual profundo. No necesariamente ligado a una religión, pero sí a una experiencia interior de sentido. Puede ser la certeza de que algo —o alguien— nos acompaña.

Algunos lo llaman Dios, otros Vida, Espíritu o Misterio. Lo importante no es el nombre, sino la experiencia de ser sostenidos en medio del vacío. Esa experiencia, aunque no borre el dolor, lo vuelve habitable.

Recuperar la vida sin olvidar

Recuperar la vida tras una pérdida no significa dejar atrás a quien amamos. Significa darle un nuevo lugar en nuestra historia. Reír de nuevo, disfrutar, construir nuevos vínculos… todo eso no borra lo vivido. Al contrario, lo honra.

El duelo vivido con presencia nos enseña a agradecer incluso en la ausencia. A volver a amar no para reemplazar, sino para expandir. Porque el amor auténtico no se agota: se multiplica.

Cuando el silencio se vuelve santuario

Con el tiempo, ese silencio que al principio dolía tanto puede transformarse en un refugio. En un lugar sagrado donde la memoria se vuelve fuerza, y el dolor, semilla de compasión. Donde no sentimos solo lo que nos falta, sino también todo lo que permanece.

Habitar el silencio es, en el fondo, un acto de esperanza. Una manera de descubrir que, aunque todo cambió, no estamos solos. Que en lo más profundo del alma… lo amado sigue vivo.

La vida que continúa con sentido

Quizá nunca volvamos a ser los mismos, y está bien. Porque el duelo no nos quita lo que fuimos, nos transforma en alguien capaz de amar con más profundidad, más conciencia, más gratitud.

Habitar el silencio es aprender a escuchar la vida desde otro lugar. Es abrazar lo invisible. Es seguir adelante no con olvido, sino con ternura. Y un día, casi sin notarlo, descubrimos que también en la ausencia hay compañía. Que hay luz después del dolor. Y que, desde la memoria del corazón, la vida sigue… con sentido.

#SíSePuede

Artículos Relacionados

DEL EQUILIBRIO Y EL BIENESTAR PERSONAL

Los seres humanos afrontamos retos permanentemente, algunos son superados con destreza y otros se quedan en “modo pendiente”, generando cargas emocionales que pueden convertirse fácilmente en...

EL SEPELIO QUE CAMBIO LA HISTORIA

El 6 de diciembre de 2013 en Meliandou, un pequeño pueblo ubicado al sur de Guinea, en el África Occidental, murió Émile, un niño de dos años, por fiebre y diarrea, síntomas nada extraordinarios...

PROTOCOLOS FUNERARIOS CON VISIÓN TANATOLÓGICA

Día a día los retos empresariales son cada vez mayores; la libre competencia es un tema de atención que impacta a nuestras empresas funerarias en gran medida, sobre todo cuando esta competencia es desleal y aparenta ofrecer lo mismo o más de lo que las empresas...

por

LCC. Guillermo José Guzmán Vargas

Egresado de Ciencias de la Comunicación con especialización en Comunicación Organizacional y un marcado interés en la inclusión socio-laboral. Ha participado activamente en la elaboración de políticas públicas y foros de inclusión, destacándose por su compromiso en la defensa de los derechos de las personas con discapacidad. Con experiencia en ponencias, conferencias y programas de liderazgo, busca ser un agente de cambio en la sociedad.

Hagamos networking y conectemos en redes sociales

Total
0
Share