El Ritmo de la Sanación
No hay prisa. Sanar no tiene calendario. No hay relojes ni fechas límite para recomponer el alma.
Un día, sin que lo planees, mirarás a tu alrededor y notarás que algo ha cambiado.
Que hay luz en lugares donde antes solo había sombra. Que el silencio ya no duele tanto.
Incluso puedo asegurarte que lo que encontrarás a tu alrededor cobrará un nuevo significado. Aquello que te causó un dolor indescriptible hoy te deja una nueva lección y te permite mirar con otros ojos todo lo que un día fue.
Hoy ya no temes perder, porque has comprendido que todo sucede para mostrarte una nueva versión de ti mismo: más fuerte, más decidido.
Los Síntomas de la Vida que Regresa
Vas a sonreír sin culpa. Vas a reír sin miedo. Vas a volver a amar.
No porque hayas olvidado, sino porque has aprendido a vivir con todo eso dentro de ti: el dolor, el amor, la memoria y el vacío. Todo junto. Todo parte de ti.
El Nuevo Comienzo: Empezando a Florecer
Entonces, sin presión, sin obligación, vas a volver a florecer. A tu tiempo. A tu modo. Desde tus raíces.
Porque nunca se trató de olvidar. Se trató siempre de recordar cómo renacer.
Los Sueños que Nacen Después
Los sueños que tengas a partir de este proceso cobrarán un sentido más profundo y una relevancia mayor para ti y para tu vida.
Porque ya no estarán sostenidos solo por tus fuerzas, sino también por el apoyo, el resguardo y la protección de quienes hoy vuelven a formar parte de tu esencia.
Esas presencias invisibles pero reales te acompañan y te fortalecen. Son raíces, son alas, son abrigo.
Y gracias a ellas, tendrás el valor para seguir caminando y la esperanza para seguir soñando: con más propósito, con más amor, con más vida.
Este No es el Final: El Final lo Decides Tú
Tu duelo no termina aquí. Termina cuando tú lo consideres.
Este es solo el momento en el que decides cómo continuar: con todo lo vivido, con todo lo sentido, con quienes ya no están físicamente, pero siguen latiendo en tu corazón.
Cuando puedas… vuelve a florecer.
Porque el capítulo más importante de tu vida está aún por escribirse.
Y recuerda: la vida no te pide perfección, solo te pide presencia.