La muerte de mamá es un hecho significativo que nos acompañará por el resto de nuestros días. Es frecuente encontrar personas que se han quedado en el dolor emocional luego de afrontar una pérdida significativa, pues son muchas las creencias y mitos alrededor del proceso de duelo, y pasan sus vidas convencidos de que el tiempo va a resolverlo, siendo así, un componente importante en el proceso de duelo, pero no es el más importante, lo que sirve es lo que se hace en el tiempo y si surgen dudas es mejor pedir ayuda, pues si han pasado algunos meses tras la pérdida y el doliente nota que su dolor no ha cambiado en su intensidad, requiere acompañamiento, participar de grupos de apoyo, compartir con otros su experiencia.
¿Cuándo se sabe que se hecho una elaboración saludable del proceso de duelo? Cuando podemos hablar del ser querido sin dolor, cuando está presente el agradecimiento por lo vivido, cuando continuamos en el desarrollo del proyecto de vida personal.
El primer año tras la pérdida de un ser querido es complejo en cuanto a las celebraciones, aniversarios, conmemoraciones, fechas especiales, se vale encontrar las maneras de llevar algún tipo de ritual, no dejar pasar la fecha porque igual el siguiente año va a recordarse y seguramente no será fácil, es mejor ir resolviendo cada evento. Dejar pasar las fechas especiales como si no pasara nada, o el evadir con actividades que no propician el buen recuerdo, puede ser una decisión poco asertiva.
El día de la madre puede aprovecharse para reunirse en familia, igual a cuando mamá estaba presente, previamente ponerse de acuerdo para decidir qué actividades llevar; como ejemplo: Hacer una tarjeta conjunta que ayudará a plasmar emociones y pensamientos en dibujo y en palabras, una vez terminada llevarla al lugar donde reposan sus cenizas; compartir la comida que se acostumbraba, de pronto hacer la receta que le gustaba y dejar en lugar visible su fotografía.
Abrazar los bonitos recuerdos desde la conversación, permitirse reír, escuchar su música preferida, evitar enfocarse en su ausencia. No olvidar llevar flores a su tumba y allí desde el silencio agradecer por la vida. Ver en familia su película preferida, hacer algún tipo de donación en su memoria, ojalá desde el acompañar a otras mamitas que viven soledad, en las clínicas, en algunos centros especiales. Visitar algunos de los lugares que se visitaban con mamá, ofrecer a otras madres algún regalo especial, hablar con quienes hacían parte de su círculo de amigos y compartirles recuerdos.
De forma personal escribirle una carta y aprovechar para decir lo que quedó pendiente, pedir perdón si es preciso y sobre todo, agradecer. Se vale evitar durante el día de la madre atender las redes sociales, puede ser molesto ver algún tipo de imágenes y textos.
No olvidar a los niños, afrontar la muerte de mamá les marcará su actuar en la vida adulta, podemos preguntar al niño en qué actividades quiere participar, explicarle que puede sugerir alguna alternativa donde sea protagonista, aprovechar para educarle en lo que significa vivir y morir, enseñarle sobre la importancia de los rituales, la importancia de la familia unida, revisar que tanto ha integrado su dolor.
Permitirse abrazar el duelo desde la contención en familia, recordar que la tristeza puede estar presente pero no se va a quedar para siempre, resulta saludable, pues todo el sistema familiar está en duelo, cada uno a su manera, sanar el dolor emocional es asunto de familia.