Es fácil hablar de la vida de los jóvenes, de sus sueños, de sus metas y de todo lo que tienen por “vivir”, inclusive una disciplina tan humana como la Tanatología, que se centra en ampliar el entendimiento de la vida y de la muerte en ocasiones pierde el foco de atención de un sector de la población, quienes en mi manera de ver las cosas son parte de la sociedad vulnerable, así es, me refiero a los adultos mayores, a esas importantes personas de la tercera edad.
Es interesante ponernos a reflexionar sobre lo que nos dice la etiqueta “adulto mayor”, para muchas personas en sus ajetreadas vidas es un tema que ni siquiera se detienen a observar, sencillamente porque consideramos que esa etapa del ciclo vital está muy lejana de nosotros, esto nos lleva a tener actitudes y comportamientos negligentes en cuanto a las manifestaciones de amor y cuidados que les damos a los abuelitos; otros más con pensamientos más despectivos les llaman «viejos», creen que no son productivos (olvidando lo mucho que ya dieron de sí), algunos crueles les llaman estorbos, pero yo prefiero llamarlos “Sabios”, porque cada una de sus canas representan conocimiento, experiencias de vida y retos; ellos son seres amorosos, son héroes porque mucho de lo que nuestras naciones son hoy día se lo debemos a ellos, a su vida de trabajo, desvelos, carencias y dedicación.
Desde mi óptica un adulto mayor es una persona que tiene una amplia trayectoria que son de un “material” del que ya no se encuentra por ningún lado, supieron desempeñarse en un trabajo que sirvió para dar ejemplo y sacar adelante a su familia, sin embargo estas arrugas también nos hablan de una realidad a la que muchas personas nos queremos hacer de la vista distraída, una realidad que debemos aceptar y que nos señala la colección de duelos acumulados que cargan en sus espaldas, mentes y corazones nuestros adultos mayores.
Recordemos que en el momento de nuestro nacimiento fuimos cobijados por una o dos almas que sin conocernos aun físicamente ya nos amaban y nos esperaban con anhelo, esos seres maravillosos son nuestros padres, estos que hoy en día para quienes tenemos la dicha de conservarlos podemos darnos cuenta de la velocidad con la que el tiempo empieza a causar estragos en ellos; ahora es momento de
retribuir un poco de lo mucho que ellos han dado por nosotros, pese a sus limitaciones y dificultades lograron darnos lo que a su alcance estuvo y hoy en día nos necesitan, hoy en día la vida les abruma y les pesa.
Un adulto mayor tiene una fragilidad emocional que es notoria y evidente, sus características psicológicas son de involución del ciclo vital, es como si volvieran a ser pequeños, es por ello que con cosas sencillas podemos alegrarles el día, pero principalmente con nuestra presencia y compañía, porque celebrar a nuestros abuelitos no debe ser una fecha en el calendario únicamente, honrarlos debe ser algo natural en nosotros, hacerlos sentir valiosos, útiles, felices y que tengan una buena calidad de vida en el tiempo que permanezcan en este plano de existencia.
Recordemos una premisa fundamental y universal…»lo que hoy vemos en ellos, mañana lo veremos en nosotros»… y que mejor ejemplo que aquel dicho que dice: “Como te ves, me vi. Como me ves, te verás y nunca olvides que algún día, en polvo te convertirás“, hagamos consciencia de los ciclos de la vida y como hoy tenemos una forma, pero mañana tendremos otra y muy importante que el ejemplo que le demos a nuestros hijos sobre el cuidado de nuestros adultos mayores, el día de mañana determinará las formas de cuidado que ellos tengan para con nosotros.
En fin el mensaje es claro, amar incondicionalmente a un adulto mayor no debe ser una situación de convencimiento a través de un artículo, amar es aceptar y dar todo lo que este en nuestra posibilidad, poner atención a las necesidades emocionales de nuestros abuelitos, ayudarles a laborar sus duelos de la mano de profesionales de la salud mental y ocupacional, pero principalmente proveer seguridad moral y compañía de quienes representamos lo más importante para ellos, su amada familia.
Y para quienes no tienen la bendición de tener a sus abuelos con vida en casa, recuerden que el verdadero lugar en donde se resguarda la esencia de la vida es sus mente y su corazón y es que honrar también significa transformar el amor que ellos dejaron sembrado en nosotros y convertirlo en benevolencia y altruismo con el prójimo; en este mes podemos ser el milagro que le regale una sonrisa a un adulto mayor, sea o no de nuestra familia, ¿Cómo hacerlo? Eso ya queda a nuestro libre pensamiento y recuerda querido lector que, el amor que se siente pero no se demuestra, es un amor que no sirve para nada.