Los servicios funerarios incluyen un conjunto de actividades que pueden presentar distintos riesgos específicos por su exposición ante agentes de tipo físico, químico o biológico, así como los relacionados a la manipulación de cargas y riesgos psico-sociales.
Los riesgos biológicos son aquellos riesgos derivados de la manipulación de cadáveres o de fluidos del cadáver. En los servicios funerarios, está el contacto con los cadáveres puede producirse durante el traslado de los fallecidos desde el lugar de su muerte hasta su destino final, así como durante su almacenamiento, lavado, embalsamamiento o preparación.
La exposición puede tener lugar por contacto directo a través de la piel dañada, por salpicaduras, principalmente a membranas mucosas, por vía parenteral (inoculación por “picaduras” o punciones accidentales en operaciones de tanatopraxia) o por vía respiratoria, en la inhalación de bioaerosoles, como por ejemplo ocurre con la infección por Mycobacterium tuberculosis.
Aunque no hay evidencia empírica de casos de TB en que se haya comprobado que la infección ocurrió por contacto con aerosol de los fluidos de cadáveres de personas fallecidas infectadas y bacilíferas, la probabilidad o riesgo de contraer la infección por Mycobacterium tuberculosis en las labores de los trabajadores de servicios funerarios que manipulan cuerpos, es considerada alta. Sin embargo fuera de este ámbito los trabajadores comparten el mismo nivel de riesgo que la población general debido contacto casual aéreo (estornudos, tos, saliva, etc.) con personas infectadas.
Prevención de la exposición
Cuando es conocida que la causa de la defunción es por un proceso infeccioso como los señalados por la tabla anterior, la manipulación del cadáver y sus fluidos debe evitarse y sujetarse a los dispuesto por la legislación sanitaria, normatividad técnica y reglamentos correspondientes. Sin embargo como en la mayoría de casos no se conoce o no se registra la causa infecciosa que produjo o acompaño a la muerte, se deben de aplicar las llamadas Precauciones “estándar” o “universales”, que se basa en la consideración de que todos los cadáveres pueden implicar algún agente biológico infectocontagioso. Para ello los servicios funerarios deben contar con las instalaciones físicas, el equipamiento, los utensilios y vestimenta protectora adecuada. Lo anterior complementado con la capacitación continua, asesoría y supervisión del personal que realiza labores que implican el contacto con los cadáveres y sus fluidos biológicos.
Extracto de un artículo de la segunda edición de NOVUS FUNERARIO, suscríbete en el siguiente enlace.