A propósito del Día Internacional de la Lucha Contra el Cáncer de Mama
Cuando la experiencia de la enfermedad o de las malas noticias toca la puerta de una familia, ésta lo cambia todo y los cambia a todos. Y es que un padecimiento como el cáncer de mama no solamente trae para la paciente el acervo clínico de los síntomas, el diagnóstico, el pronóstico, la hospitalización, los tratamientos, las cirugías, los medicamentos, la rehabilitación y los cuidados físicos, entre otros, sino también una pesada carga emocional y un desgaste psicológico para quien lo padece. Es, pues, un asunto delicado de salud mental que requiere un apoyo psicosocial específico.
Tan importante como la atención a la salud física de la paciente es el cuidado de su salud emocional, una condición que también sufre estragos tal vez menos notorios -para algunos- que los síntomas físicos: un enemigo silencioso y peligroso. Tal deterioro es como una avalancha de cambios en la conciencia yoica, la personalidad, las creencias espirituales, la relación con el mundo, la percepción, la atención y el sentido para vivir. Esos cambios en la vida interior pueden rastrearse a través de las respuestas típicas del ser humano a nivel emocional, cognitivo y conductual como:
- Emociones intensas y duraderas.
- Una montaña rusa emocional.
- Pensamientos que antes no estaban allí.
- Ideas intrusivas y catastróficas.
- Una crisis a nivel de las creencias.
- Cambios drásticos en el comportamiento.
- Conductas desadaptativas.
Dicho desajuste cerebral, tal pérdida de homeóstasis psíquica, requiere de un proceso de readaptación postraumática que muchas veces se ve interrumpido por los malos pronósticos y las recaídas físicas de la paciente. En esta dura travesía interior plagada de duelos cabe mencionar algunas pérdidas que tienen que ver con la particularidad de este carcinoma sobre todo cuando la mujer ha sido sometida a extirpación mamaria o mastectomía:
- Pérdida de identidad: “ya no soy la misma”, “estoy incompleta”.
- Sensación de pérdida de la feminidad.
- Pérdida de la belleza física y el atractivo. Sensación de monstruosidad.
- Pérdida de una parte de mi cuerpo, sensación de haber sido mutilada.
Finalmente, esta “fatiga” mental no se queda únicamente en el plano de lo individual. Cuando en el hogar se tiene a un integrante enfermo o cercano al final de la vida, tanto la paciente como los familiares sufren lo mismo; aunque sea la paciente quien tenga la enfermedad y los síntomas físicos. Tal sufrimiento no sólo corresponde a un duelo colectivo, implica un proceso erosivo a nivel emocional que se puede presentar como:
- Síndrome de Estrés Traumático Continuado.
- Síndrome de Estrés Agudo.
- Síndrome de Estrés Postraumático.
- Choque
Es decir, cuando el camino hacia la recuperación o la posible pérdida de la vida se hace largo, tortuoso y desgastante, cuando se libran mil batallas y muchas veces el resultado es incierto, el grupo familiar también se enferma, especialmente los cuidadores.
Es por ello que son de vital importancia, además de los cuidados emocionales de la persona enferma, las acciones hacia una mejor cultura psicosocial hacia la atención del entorno familiar de la paciente. Ello implica diferentes tareas que los cuidadores y los familiares pueden realizar:
- Los autocuidados:
- Escucha, entiende y atiende a tu cuerpo.
- Duerme 8 horas.
- Aliméntate sanamente incluyendo proteínas.
- Hidrátate cada 30 minutos. Toma 2 litros adicionales de agua.
- Haz una respiración profunda cada 30 minutos.
- Practica 30 minutos de activación física.
- Medita 15 minutos (Mindfulness).
- Alterna en tu día momentos de conexión (permitirte llorar, hablar, aislarte) con momentos de desconexión (distraerte, continuar con tu vida). Estilo Dual de Afrontamiento.
- Planifica tu día. Incluye actividades con personas de confianza.
- Simplifica tu vida. Aléjate de la gente tóxica.
- La autorregulación emocional:
- Realiza una tanda de ejercicios de autorregulación somática justo al despertar y justo antes de dormirte.
- Siéntate, recuesta la espalda, enraíza los pies, cierra los ojos y a continuación:
- 40 respiraciones profundas (4 tiempos).
- 4 minutos de respiración profunda + abrazo de mariposa.
- 4 minutos de desactivación somática. Simultánea y constantemente:
- Siente y observa la parte afectada.
- Visualiza una imagen contraria y relajante.
- Respira profundamente.
- Recurre también a la Autorregulación en cualquier momento del día.
- Otros ejercicios de autorregulación: Lugar Seguro/Tranquilo, Recuerdo Agradable.
- La auto-desensibilización de los síntomas perturbadores se puede realizar de manera individual o grupal mediante técnicas de Psicotraumatología.