«Ay de aquellos seres humanos que con su servicio despiertan en las personas los temores más profundos, frente a una realidad que como sociedad decidimos negar para protegernos, esos seres que sienten, piensan, se cansan y que también a pesar del tamaño de su propia historia de vida y asuntos personales, dan el mejor trato en momentos de tribulación».
«Ay de aquellos servidores que a pesar de su esfuerzo por demostrar su humanidad reciben etiquetas del reino animal, en este ámbito existen injustamente “zopilotes”, “hienas”, “coyotes”, “buitres”, “carroñeros” y un sin fin de calificativos más que surgen de un imaginario popular que se esfuerza por segregarlos y verlos como el último eslabón de la cadena social».
«Ay de aquellos guerreros que, a pesar del miedo, la incertidumbre, el estrés y la ansiedad por el momento histórico de pandemia, siguen trabajando arduamente, hombro con hombro, mano con mano, para otorgar un servicio con calidez y calidad, muy por encima del riesgo que esto implica para su salud y la de sus familias».
«Ay de aquellos trabajadores que por el simple hecho de ser “funerarios” se hacen acreedores a insultos, humillaciones e incluso agresiones físicas, sin embargo, entienden que el enojo de esas personas no es hacia ellos, sino con la situación frustrante y dolorosa que les tocó vivir».
«Ay de aquellos hombres y mujeres que, a pesar de todo su esfuerzo, dedicación y de ser parte del último eslabón del equipo sanitario, sus gobiernos no los reconocen con la importancia que merecen, ni los respaldan como prioritarios en la vacunación contra el SARS-COV-2, empero, no se detienen y siguen en la lucha porque es su medio para sobrevivir y llevar el sustento a sus familias».
«Ay de aquellos colaboradores de este noble sector que han recibido cargas y cargas de emociones, tales como tristeza, miedo, enojo y desagrado, de clientes que uno tras otro desfilan por nuestros recintos de honra a la memoria, acumulando en sus corazones, en sus memorias y en sus cuerpos los residuos de las lágrimas, gritos desgarradores e incluso suplicas de personas que ruegan por ver a su familiar acaecido por el virus del COVID-19 y que por norma sanitaria no se puede autorizar».
«Ay de todos y cada uno de los servidores funerarios del mundo, por quienes lo máximo que puedo hacer en estos momentos, es visibilizar su esfuerzo, dedicación y compromiso, porque muy a pesar de lo complejo de su trabajo no piden reconocimiento ni aplausos por parte de la sociedad».
«Ay de todos ellos que merecen amor y respeto y que merecen nuestro aplauso por todas y cada una de las líneas que en este escrito se enmarcan y que indudablemente se quedan cortas las palabras para representar el esfuerzo de esta gran familia funeraria».
Gracias infinitas Funerarios del mundo, por ser, estar y existir, porque frente a la muerte son los únicos que pueden dar un homenaje digno al cuerpo y recuerdo de aquellos seres especiales que diariamente dicen adiós a este mundo que, aunque injusto en ocasiones, merece todo nuestro compromiso y agradecimiento.